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Durkheim y Merton. La Anomia. 

La anomia es la ausencia de normas, sin las cuales no existe una guía al comportamiento, con los que los valores (en especial los relativos a la moral) quedan socavados. Para este autor, la desviación resulta inevitable, máxime en el estado de anomia, puesto que al haber mayor posibilidad de elección (menos normas), no habrá conformidad posible respecto al grueso de la sociedad.

El fenómeno de sin hogarismo desarrolla un estado anomia en la medida en la que desaparecen las normas en favor de la desviación subsiguiente. Estas desviaciones se ven por parte del resto de la sociedad (como veremos en el apartado de arquetipos con malos ojos, en la medida que inmorales).

Merton asoció la desviación de forma estructural con las desigualdades sociales. Describió estas desviaciones como resultado de unas metas comunes para unos medios con los que lograrlas de manera muy variables. De este modo, el grueso de la población no tendría posibilidades de lograr estas metas incurriéndose en diferentes actitudes (la mayoría desviadas) ante esta situación.

Una de las metas de la actual sociedad es la de estar alegre, creándose una ilusión de felicidad que se debe ser mantenida en cualquier entorno y se ve potenciada por las redes sociales. Puede plantearse que esta necesidad de ser “feliz” es una meta que puede conseguirse a través del consumo de sustancias y la exacerbación de lo sexual (en forma prostitución u otros actos sociales no desarrollados de forma tradicionalmente aceptable). Este tipo de búsqueda de los fines sin los medios precisos para logarlos se realiza de manera continuada.

Bataille

Otro enfoque de naturaleza más antropológica para explicar el fenómeno de sin hogarismo sería la de George Bataille, que, defiende los fenómenos de desahogo como parte integral al ser humano. En concreto en el fenómeno de la transgresión, el cual se puede mostrar como una violación de las conductas, usualmente en forma de violencia o problemas con diferentes individuos, no necesariamente del mismo estrato de la sociedad como el consumo de sustancias psicoactivas ( no normalizadas).

Estas normas no tienen por qué ser legales, se centrarían en la superación de los habituales controles formales e informales. La problemática de esta presunción está en que, aun transgrediéndose estos controles habituales, se crean específicos a este fenómeno, pudiendo definirlos como una manera de escapar de la sociedad.

La sociedad líquida

Se trata de una tendencia intelectual muy relacionada con la posmodernidad ya citada. Fue desarrollada por el sociólogo-filósofo Zygmunt Bauman, quien decidió centrar su atención sobre el concepto de lo líquido, desde numerosos puntos de vista.

Esto lo desarrollo entorno al concepto de modernidad líquida, que destaca por una amplia crítica a la globalización y al capitalismo. Ambos fenómenos habrían provocados cambios continuos entorno y sobre el individuo, que acaba por no arraigarse (tener un soporte sólido) en ningún ámbito. Estos continuos cambios se hacen efectivos a través de movimientos geográficos, parejas inestables, orientación política variable… en general, la modernidad líquida es pura ambivalencia.

Todo ello se debería a la corrosión del concepto de ciudadanía para abundar en individualidad y la auto-elección de numerosas facetas de nuestra vida.

El auténtico peligro de todas estas circunstancias es el énfasis del cambio, que reemplaza el concepto de la permanencia (lo sólido). El esfuerzo para seguir la estela de este “fluir” puede desgastar a los individuos, hasta dejarlos atrás: social y económicamente.

Prestando tanta atención al instante, siendo ambivalentes ante las circunstancias (ambivalencia que permite mayor cantidad de posibilidades moralmente admisibles para el individuo), la propuesta de marginación e inestabilidad encajan a la perfección esta licuefacción. Licuefacción que permite lo permite todo puesto que todo es temporal, con una obsolescencia rápidamente sobrevenida.

Victor Fornis Marcos. Estudiante de 4º del Doble Grado en Criminología y Psicología en la Universidad Europea de Madrid. 

Author Jessica Beirao

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