Las Personas sin hogar (PSH), son el colectivo más vulnerable e invisible de la sociedad. Se ha normado su «invisibilidad». Tanto es así, que como personas individuales, pasamos por su lado casi a diario, sin girarnos en la mayoría de los casos, como si formasen parte del paisaje. Esto debe interpelarnos, porque es la máxima expresión de la exclusión social y el eslabón más frágil de entre cualquiera de los pensados. Una situación con límites permeables y difusos: en la calle puede caer cualquiera.
La estigmatización social durante años, ha relegado a las PSH (personas en situación de sinhogarismo) al lugar oscuro donde solo moran las adicciones y la mala vida. Como hoy y durante siglos, han tenido que soportar las falsas percepciones y los conceptos rígidos que no hacen sino perpetuarlas en esta situación. Son personas de pleno derecho para ejercer una ciudadanía activa y responsable.